Cuando elegís un alimento para … un niño, por ejemplo, ¿qué le pedís?. (si, aunque no seáis conscientes, siempre lo tenéis en cuenta).
Siempre que elegimos un alimento pedimos que:
- Nos guste. Esto es, que las características organolépticas nos sean agradables.
- Nos alimente y sea bueno para la salud. Que su valor nutricional y para la salud sea alto.
- No esté en mal estado (caducado, contaminado … ). Su seguridad alimentaria.
Hagamos una prueba.
Si yo os digo que podéis dar al niño un refresco de naranja o un zumo de naranja de “bote” ¿qué elegís?. Seguro que todos estáis pensando “zumo de naranja de bote” porque nuestra cultura nos hace pensar que le alimenta más (valor nutricional).
Si yo ahora os doy a elegir entre un zumo de naranja de “bote” y un zumo de naranja “natural”, seguro que todos elegís el “natural” porque –por cultura- sabemos que su valor nutricional es mayor. Sin embargo, no se nos ocurre alarmarnos, si tomamos zumo de bote porque se haya sometido a procesos físico-químicos en su elaboración, sabemos que sus características organolépticas y su valor nutricional es diferente al zumo natural pero su etiqueta da fe de que tiene seguridad alimentaria (lo podemos tomar sin problemas para la salud).
Tenemos cultura de zumo de naranja y ¿si hablamos de otra fruta?. Igualmente, somos capaces, por comparación, de saber que diferencias encontramos de ser zumo natural o zumo de bote. ¿Y con la aceituna? ¿Sabemos diferenciar entre sus distintos tipos de “zumos”?
Según el Diccionario de la Real Academia
- Naranja Fruto del naranjo, de forma …
- Aceituna Fruto del olivo.
¿Qué pasaría si aplicamos nuestra cultura de los zumos de fruta a los zumos de aceituna?…